lunes, 20 de septiembre de 2010

Flores secas


Por qué me parezco tanto a esta pulsera que no es mía, que yo nunca me hubiera comprado pero uso yo. Por qué, si tiene flores, brilla y es de vidrio; si cada vez mi reflejo en el espejo está menos dispuesto a usar una pulsera como esta. Un día pienso en regalarla y no tengo a quién darle una baratija usada así, otro día sé que yo no me perdonaría haber regalado así algo de mi madre que aún siendo suyo, en algún momento llegó a gustarme y le encontré una vista de vieja joya de niña.

jueves, 26 de agosto de 2010

Fortuna



Ya no recuerda, al menos no con detalles para narrar, cuándo decidió que no cree en las hadas, pero lleva más de siete años rondado por la idea, aunque tampoco ha tenido ocasión de enunciarlo; quizá en sueños, "yo no creo en las hadas", o también, "las hadas no existen". Ahora conoce una historia, pero tampoco tuvo oportunidad de pronunciarse en aquella ocasión cuando esa persona, que se creía hada, puso su cara más triste al explicar que un hada muere cada vez que alguien dice que no hay de eso, que no pasa. O algo así dijo, la que se siente hada.

Piensa que esa muchacha busca una historia qué creer para quienes la vean morir y necesiten una explicación, ella podría ser una gran actriz (mediana, suficiente) y en el fondo no le dolía: lágrimas de cocodrilo, no de hada. Las hadas, se le ocurre, tendrían que ser mucho más bellas. Ágiles, brillantes, generosas. No hay porqué requerir un chantaje de ese tamaño si se es, si se fuere un hada.

Por otro lado, piensa, es por fortuna que aquella y él no se han encontrado, pues él la recuerda mucho y siempre se siente con ánimos para decirlo, no cansarse de mirarla mientras lo repite "no creo en las hadas, no creo en las hadas", no creer en las hadas todo el tiempo que ella soporte frente a él. Alguien podría quedar sólo frente al otro, ella porque mueren otras hadas, él porque no le dará tiempo de fingir que piensa en otra cosa, uno de ellos quizá se canse tanto que termine dándole la razón al otro, harto de un millón de repeticiones, del vértigo en cada una; tanto que puede pasar, pero no se han topado, por fortuna, piensa él.

"Fortuna", eso sí lo ha dicho, "¿Fortuna no es acaso el nombre de un hada?".

lunes, 16 de agosto de 2010

negro


Borro con saliva el punto reseco en mi garganta. Me levanto de la cama. Tomo un vaso de agua y una fruta. Un baño. Corro la puerta del closet y elijo usar guantes de pobre. Ir a tu casa. Sentarme en el comedor. Ver a tu madre, que no ha cambiado nada, sonreír. Tomar una manzana del frutero y regresarla. "Raptarte".
Dormir contigo. Tomar un baño. Correr la puerta del closet y usar perfume. Leer mis libros en la biblioteca pública. Mirar la luz del sol pegando de lado en los edificios antes de irse, y desear por único momento que no llegues a buscarme inmediatamente. Esperar media hora más durante la noche, la media hora más larga. Ser mi boca cuando llegues por mí. Ser mi mano al recorrer la calle. Esta noche te cocino algo nuevo, ¿nuevo?, sí, quiero aprovechar las cebollas que dejó Ninón, fugazzeta sin pan, ¿qué te parece?, me encanta, pero no es nuevo.

Tienes razón.

Borro con saliva el punto reseco en mi garganta. Me levanto de la cama. Pongo agua para el café. Te miro desde la mesa. Este café es perfecto, me siento enamorada de él, ¿quieres?, sí, y te llevo un poquito. Te encanta.

jueves, 12 de agosto de 2010

sadomasoquismo


Cualquier día, cuando ya he dejado de esperar por un momento de calma, éste llega con facha de guiño: al hacerlo sabes bien que lo entiendo por completo, no hay nada qué decir. Miro tu sonrisa y contengo las ganas de salir corriendo al futuro con ese guiño atrapado - en los pulmones, en los ojos, ¿dónde? - y así todos mis días sepan de qué se trata.

martes, 10 de agosto de 2010

martes


Martes arrastra mi cuerpo de abajo hacia arriba hacia la nada negra de ningún martes más, ni otro día de ninguna semana, sólo éste. Sólo tú revolviendo los números y los nombres, y tu cara de comerme y escupirme en pedazos de sí latir, de sí brillar, de sí tu voz atravezada en la mitad de mi garganta. Así quiero que sea como cada vez que recueste mi cabeza, olvide por completo que existe mi mente.

jueves, 5 de agosto de 2010

Blanco y transparente


El suelo amarillo de pasto quemado por el frío. Y tú no sabes lo que es el frío. Al centro una casita. ¿Es azul o parece azul? ¿Y qué si te digo que es azul, pero es gris y se ve azul porque refleja el cielo? No te importaría porque tú no sabes qué es el cielo. No sé si esa casita es un hogar o una bodega, no sé qué decirte, no sé nada de tundra ni de hogares y bodegas en la tundra. Al fondo las montañas, mitad de pie, mitad blancas, nevadas. Sí, tiene una ventana en cada lado de la puerta. ¿El reflejo?, qué será, los créditos de una película, pero no llegué a tiempo. Ya tú verás.

O Superman, O Laurie Anderson

jueves, 29 de julio de 2010

somos agua



Lluvia en el pecho por la felicidad inesperada, inefable, y la angustia estridente, agotadora. Sólo ocurre ante la desesperación. No es suave, es pasado de tromba en el plexo, y huele bien. Es contracción incontenible e inconsciente de esos nervios, soltarlos tal cual se deja caer un puño de pasto, y respirar, por primera vez en la vida, como siempre después de haber gritado “algo”. No funcionaría por sólo desgarrar la campanilla, se ha de obligar a voltear, o a caer, detenerse, o correr.

Alguien sabe tomar un baño, alguien sabe tomar un vaso de tequila. Alguien más traga saliva sin ver que no borra la sonrisa por su cuerpo, el de otro, en la mirada. Alguien que no entiende nada, recibe una carta de lejos y pinta zurcos de sal de cada ojo, a cada oreja, a cada lado de la cama.

sábado, 24 de julio de 2010

Andante



Llevo un bastón que pesa de dudas buscando su franqueza
blandir risible de gallina ciega, alada, delirante y retorcida:
mi voz hueca desaparece en una vuelta de tu oreja izquierda
Y yo
temo por la voz en cada tormenta, tiemblo por la ausencia
si ha de encontrar pretexto en la lluvia para llorarle a tu sien
si ha de pegarse al sonido de los pasos
que alguien dé a tu lado
- a tu lado -
de prisa cruzando charcos rumbo a una casa que no verá
por quedarse pegada
- mi voz -
en un solo momento de agua, prisa y zapato
regresa sobre mis pasos hasta perderte de vista.

sábado, 10 de julio de 2010

reencuentro



Mi dedo no toca el borde de una boca. No le dibuja encima un deseo con forma de boca. No hay boca. No hay deseo. No hay dibujo. Sólo hay un dedo hundido, al centro del principio de nada.

miércoles, 30 de junio de 2010

arma, son


De noche no siempre sé cómo y porqué pero estoy cansada y mis nervios agradecen cuando dejo ir mi peso contra el colchón. Cada vez que eso pasa y antes de hacer un recuento de las partes de mi cuerpo que tardan más en reposar, sé de qué tamaño soy y pienso en el tuyo. Ése es el momento justo en que descansa mi alma.

viernes, 25 de junio de 2010

don Enrique


En el subte quedé sentada frente a una mujer joven y su hija de unos cuatro años. El peinado de la niña me sacó una primera impresión mediocre, pero cuando vi su rostro simpático tuve qué pensar: "linda niña". Luego miré a la madre y sonrió como si me hubiera escuchado, mientras seguía hablando por teléfono. La niña, inquieta, revisó todo alrededor pero no encontró algo interesante hasta que entró al vagón un hombre enorme de traje oscuro que se quedó de pie sólo a una puerta de la niña, y ella sólo le quitó la mirada de encima unos segundos para undirse en el respaldo y sonreír. Se incorporó inmediatamente y siguió mirándolo y sonriéndole. El hombre no se decidió a recibir el halago. Puso la mirada en cualquier otra persona. A la niña no le importó que allá en las alturas, el hombre no enviara señales de interés en devolver la sonrisa. Su madre siguió en el teléfono, yo recordé a un amigo de mi padre del que estuve enamorada a los cuatro años, y entendí que esa niña y yo estamos en el mundo por la misma razón.

viernes, 18 de junio de 2010

Miau



Disfruta la vida, dicen. Hay que disfrutar la vida. Hay que ver la vida desde la nausea de la vida; y una noche, dormir y soñar que la mordida de un gato despierta y una grita por ayuda a su mamá y su mamá no llega. Lucha aunque se sabe paralizada por el miedo hasta un momento en que escucha al gato ronronear. Está quieto, acurrucado a un costado. Hay que darse cuenta de que es el gato, el gato de siempre que diario dormía ahí acurrucado, y despertar en el intento de avisar a la madre que no debe preocuparse, que se está a salvo. Que es sólo el gato.
Habiendo dejado sólo un pie en el sueño, se ha de pensar que no está el gato, pero está la madre. Luego, que no está la madre, pero se está en la casa. Y luego se ha de abrir los ojos y despertar del todo. Entonces hay que disfrutar la vida.

lunes, 14 de junio de 2010

Guau


La cama esperó todo el día, la encuentro perfecta. El ruido de anoche preparó entre nosotros una tregua y hoy será quien abrace todo mi cansancio y lo convierta en sueño donde un niño se levanta del suelo con las rodillas sangradas; su perro huele el dolor, ladra a la nada alrededor, y se lanza a lamerle al niño la cara.

domingo, 13 de junio de 2010

"Antes"


se susurra, no se dice. No se anda por aquí hablando de allá, como no se desea que un niño despierte cuando falta el alimento.

lunes, 7 de junio de 2010

Mitones



Los guantes sin dedos, hechos a mano por la ex suegra de su amiga en un pueblo montañoso a miles de kilómetros de aquí; los usó como señal junto a unas botas verdes, en la ventana del cuarto de hotel a dos cuadras del único departamento ocupado en el edificio del que no supo tocar el timbre, esperando fueran reconocidos por alguno de los amigos que tan angustiados estaban, ahora lo sabe, por su desaparición.

Tenían que reconocer los guantes que la noche anterior hizo buscar a la mesa de diez borrachos en la oscuridad de una taberna, cuando empezaban a entenderse, y uno de ellos encontró en el suelo, al bajar de la mesa la única vela.

Encontró esos guantes en su bolsa al buscar lo más parecido a un trapo para auxiliar al desconocido que en medio de unas montañas, a cientos de kilómetros de aquí, finalmente los ocupó para hacer su trabajo.

Javier (ahora sabe el nombre y el número de teléfono), dijo haber guardado los guantes en una bolsa interior de su chamarra y la chamarra se perdió en algún momento del paso entre una camioneta, un empedrado de cuatro metros de ancho y la cama."Por favor, dame oportunidad de reponerlos, dime dónde los compraste". Dónde los compraste, niña despistada, comedida, desprendida, estúpida.

Las botas verdes que su amor platónico en turno le ofreció la primera vez que se dirigió a ella por su nombre: "como éstas, como las mías, mis primos me las trajeron pero no me quedan ¿qué número calzas?".

Las botas verdes que usó como señal, junto a los guantes sin dedos, en la ventana de un hotel para ser encontrada por sus amigos, también las llevó a la fiesta donde topó al propietario original. "Qué bonitos zapatos". "¿Yo regalar?, no me ofendas". Yo te los vendí, niña
enamoradiza, distraida, estúpida.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Gen



En el principio todo era nunca, probablemente imposible, errores de clima y hambre. Todo cambió cuando quise que cambiara. El deseo rasga recelos, esculpe, duele, y continúa su amenaza. Apunta hacia ti.
Tú lo miras como a un bicho y…
Has dejado de mirarle.
En el principio todo era nunca. Probablemente imposible. Errores de clima y de hambre. Eso cambiaría si yo lo deseara.
- Si yo lo deseara -.
No sé por dónde empezar.  No tengo nada.

sábado, 22 de mayo de 2010

Rrrrrrrrrrrrrrrrr...


Tengo tantos amigos
como tiene hojas un árbol pequeño,
con primavera, verano, otoño e invierno.



eres la hoja que siempre vuelve a nacer.

Existe


Se mira hasta entender que el otro siempre será un desconocido. Se escucha. Se habla. Se sonríe por fin o desde el principio. Se come juntos algo delicioso. Se sienta uno junto al otro a leer. Se piensa que el otro es hermoso y se espera un tiempo para reencontrarse. Se saben algún día uno pensando en el otro y saben que se detienen, cada uno en su cuarto, en el mismo momento a pensarse. Se intenta ser el otro por un momento, urge. O no. Pero vuelven a verse. Casi no pueden moverse. Pero apenas se atreven a tocarse se hacen felices. Y no lo olvidan.  Lo repiten. O no lo repiten. Intentan repetirlo o sólo lo recuerdan. O sólo lo saben.

miércoles, 19 de mayo de 2010

niño:



Me gustaría más jugar a la casa de campaña. O brillar, o bailar, o convertirnos en koalas, en zombies, en científicos locos, en ingredientes de nuestros experimentos y cambiar de color y volver a ser nosotros cuando todo tiene que irse al escusado.

domingo, 16 de mayo de 2010

suficiente


Dame una foto tuya
y si quieres, ¡busca un lugar en la pampa!,
allí cava,
cava,
cava,
cava,
cava,
cruza el centro de la tierra,
cava,
surge en las antípodas
y olvídate.

Pero primero la foto.

sábado, 15 de mayo de 2010

Problemas de horario


Son las tres de la mañana y yo querría viajar en la línea uno del subte, sentir ese olor que, ya me explicó Ashlar, sale de la madera quemada de los frenos, y descifrar lo que me recuerda. Tengo los sentidos cansados pero no puedo dormir. A esta hora hay una sola cosa qué hacer en la calle y yo me sentaría frente a las ventanas de la biblioteca, iría al súper o a tumbarme en uno de esos jardines como hace aquí toda la gente bajo el sol.
Cuando salga el sol la persiana seguirá cerrada y yo tendré más sueño y no podré más. En mi sueño me despediré del insomnio y le miraré sonreír por última vez. Tal vez despierte con la sensación de haber estado en Querétaro.

sábado, 8 de mayo de 2010

¡Sed!


Miro desde lo alto la creciente del río y siento que todo me pasa por la garganta, que todo lo que se va pasa por mi boca. Se agita mi respiración y abro más los ojos para que pase más agua. Lo que se lleva el río, el río, el agua: Todo fue mío.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Ficción




Soy un hombre, o cualquier cosa que no sabemos que soy. Soy un viejo tal vez, un humano, sí, pero no yo; y en este momento me dejo caer en una silla que rechina, no demasiado, intento desplomarme, perder peso pero ya sentado sigo oprimido. Una vez sentado mis párpados se abrieron muy abrir para luego encogerse: es que no puedo creer, a mi edad no puedo creer que esto me esté pasando y nunca imaginé que se sintiera así.

Apenas se fueron - ¿hace cuánto? -, parece que el polvo levantado por sus pasos sigue revoloteando. Se han ido y no sé cuánto lo intentamos pero ya se han ido y yo sé que lo último que hice fue parecer fuerte. ¿Pensarán que soy fuerte? Probablemente sea un error pasar la vida o unos minutos aparentando algo así, o de verdad intentando serlo, qué sabré yo de la diferencia, absolutamente nada, aquí todos venimos a respirar y para algunos eso ha de ser nada pero aún así respiran y se respiran.

Ahora me he quedado solo y no me alegra que mi madre no esté aquí preguntándome por qué y cómo, porque puedo admitir que me encantaría que siguieran aquí amenazando mi respiración, aunque fuese sólo ella.

Si dejo de pensar es porque las respuestas que buscaba no eran para mí.

Ahora que estoy solo, sólo me queda quedarme mirando un rincón y otro de la casa, despacio para no acabarme los espacios e irme acordando de a poco de uno y de otro, de sus rostros, de su olor, de sus mentiras menos, de sus ojos cuando haya sol, de sus juegos cuando llueva, de sus clases, de sus guiños. Los guiños están hechos para recordarse y yo ya no tendré chance de agradecerle a cada uno de los que me hizo un guiño, alguno de ellos bien sabio y bien claro de que habría de necesitarlos para respirar en un día como estos.

miércoles, 28 de abril de 2010

ANA


No encuentro lúdicas las formas de las letras, ni me interesa perderme en el alegre, ni el oscuro sinsentido  del sonido de ninguna por sí misma.  No les amo. No amo libros ni palabras, no tengo favoritos, y tengo qué decir que tampoco les temo. El mundo se puede volver un mejor lugar gracias a ellos sin mí.

¿Y qué?
Cuando yo muero ninguna letra pierde las ganas de vivir. Si yo quisiera llorar nadie renunciaría a las llantas de su auto, a llenarse la boca de dulces o a ignorar la lluvia en la ventana.

Es tan inútil amar a las letras como guardar un secreto. En mi vida es así. A todos ustedes no los entiendo.

lunes, 26 de abril de 2010

el pueblo 1

Casi todas las historias comienzan así: "yo tenía diecisiete años...". Luego hay que enterarse de alguien más, un él o una ella. A veces ellos o ellas. Casi siempre se sabe también el dónde. Y casi, casi siempre con eso es suficiente para saberlo todo.

Esta vez el dónde hasta los diecisiete años, me ha hecho el resto de la vida tanto como mi nombre. Llevo la calma y la pequeñez de mi pueblo conmigo y en mí se repite el ansia y el desconcierto de crecer, el vértigo de dejar de ser un lugar pequeño y simple y llenarse de gente, de nombres y de expectativas casi siempre descontroladas, hasta perder la noción de lo que se es o protegerse de la locura en alguna ficción... o en la locura de alguna ficción.

No creo que exista algún lugar dónde crecer en el cual nadie pueda volverse loco.

jueves, 22 de abril de 2010

Yo rezo:



No barco, ni océano ni capitán, ni historias ridículas de humanos
antes de ser alimento de gusano.

No noticiero. No tema. No error.

Y tampoco se dice aquí: me gustan tus manos.
¿Puedo tocarlas?
¿Puedo acompañarte al baño a lavarlas?

Se mira flotar la última gota de agua y se llora sin lágrimas.

miércoles, 21 de abril de 2010

¿Qué traes ahí?



Es un librito, un librejo de fantasía con mucho terror psicológico y ganas de correr, gritar y a veces de follar. Y a veces de tomar a una persona de los hombros y darle un pequeño beso, y a veces de tomar a una persona de los cabellos y arrastrarle por todo el país y otro, y otro país más mientras él clama: auxiliosocorromisericordia, ríos, mares, tierra, cemento, basura, día y noche. Es dulce.

simple


Eran las seis con treinta y seis y no podía ser ninguna otra hora de la tarde porque la luz del sol estaba desapareciendo y el vecino cantaba en el baño, y puede usted preguntarle a la encargada; él llega todas las tardes a las seis y media y de inmediato se mete a bañar. Él es tenor, ¿sabe, usted?, me alegra siempre la tarde cuando lo escucho. Yo le pediría que me diera clases pero le temo tanto al fracaso que he preferido evitar esas ilusiones. Si tuviera un poco de éxito en ello intentaría mejorar, pero por ahora no lo haré. De niña cantaba en un coro y, tal vez usted no me crea, pero más grande canté con un grupo de rock. Tuvimos dos presentaciones en el patio de la biblioteca de mi pueblo y no puedo olvidar a la niña gorda que parada frente a mí se puso a pedir a gritos otra cantante, habrá notado que no me sentía nada bien... Sin embargo me gustaba cómo nos quedaban las canciones y amo cantar. La última vez que canté en público pensé que de ninguna forma era tan feliz como haciendo aquello, pero ya pasaron muchos años, demasiados años en que fumé mucho y lastimé mi voz. Imagínese si además no hubiera superado el temor a hacer el ridículo, no me quedaría más remedio que dejar el micrófono solo y echarme a llorar como una niña...

... no se precupe, entiendo. Puede llamar cuando guste. Hasta pronto.

Adios.

viernes, 9 de abril de 2010

martes, 6 de abril de 2010

pedir el perdón



Si de tu casa de cemento
llegara a mi casa de cemento
para no viajar constantemente sin hacer sonar la puerta
toda la vida,
de madera,
hasta la muerte.

martes, 30 de marzo de 2010




Matrioshka
Desde mi ataúd escucho a mi madre nombrarme. Dice madre. En mi paraíso ese sonido nos reúne. Vuelve. Deja de escribir con la mano correcta y háblame.




Pequeña
Soy la gordura que llora por un helado negro de chocolate.




III.
En el centro del reproche hay una flor.
¿Cómo se llama?
Se llama como tú.




Beber
L
os desiertos me aman.
En la nada

sólo me encuentro yo con mis canciones
.




Volar es
hacer aire
a puro golpe contra el piso


o volar.

domingo, 7 de marzo de 2010

mic-mic



Esa locura tiene un nombre, y consiste (esa locura) en que al decirlo (el nombre) se puede sentir claramente (¡plop!) cómo se destapa un pequeño boquete en la punta de la nuca y la locura sale por ahí en un chorrito fresco... que al irse nada vacía.

jueves, 4 de marzo de 2010

Una casa llena de plantas


así; es lo que yo deseaba, será además lo que mi madre deseaba - sería raro, no solemos desear lo mismo -, puede que sea lo que mi madre encontró sin desearlo, o lo que me hizo desear o tal vez lo que quiso tener al entender mis deseos.
¿Y será feliz?

lunes, 15 de febrero de 2010

Casi30


Esta tarde mi madre entró en el cuarto sin preguntar, como antes. Se metió en el escritorio, oteó, hojeó y olfateó todo lo que hubo a su alcance, como antes, y salió a atender el llamado a la puerta de la casa como si yo no hubiera estado ahí, debajo de ella, inclusive de mi propia piel y de cada objeto en el que ella esperaba encontrar quiénsabequécosa mientras me pedía y me preguntaba por la persona que yo he estado dispuesta a obedientemente ser.

sábado, 6 de febrero de 2010

más espejos

Surja luz de sol del centro de la tierra
dórense a su paso las hojitas de madera
y escurran gotas de agua al origen de la sed.

Yo soy un cactus
y no me sonrojo
a mí esa llamarada me soba la piel,
pasamos el día agarrados de los ojos
de noche le suelto, le dejo caer.

lunes, 25 de enero de 2010

I'm gonna kick tomorrow

Los créditos de la segunda película se reflejan en la ventana, letras blancas sobre negro que pasa por transparente en el fondo de la noche, caen como nieve, y me recuerdan la canción en que pensé la primera vez que ví nevar.




Esta vez entiendo que ya es sólo un recuerdo que no promete nada, no late, no respira, no conoce mi nombre y claro que no sonreiría a mi cara como es ahora; no le dedicaría ninguna mueca brillante, indecente, incómoda que me joda y me murmure: la vida está llena de pasión y el amor pringado con muerte.

¿Y la nieve?, la nieve caía frente a mí como cualquier cosa que ocurre igual si yo no veo. La nieve andará por ahí salva en algún lugar de esos muy fríos, o en cualquier ventana.

jueves, 21 de enero de 2010

Je m'acuse:



Por no sospechar de dónde vendría el consuelo más dulce. No entender en dónde vive la dulzura de ese consuelo. Que es un simple sueño sobre mi muerte que tienes tú por mí.

martes, 12 de enero de 2010

Más romance romántico



No una casa grande ni chica ni llena ni vacía ni camas, camisa, cartera, ni minutos muertos ni vivos ni bebés ni mascota ni futuro. Era un lugar en la misma ciudad, donde podía estar cualquiera pero siempre estabas tú.