Cualquier día, cuando ya he dejado de esperar por un momento de calma, éste llega con facha de guiño: al hacerlo sabes bien que lo entiendo por completo, no hay nada qué decir. Miro tu sonrisa y contengo las ganas de salir corriendo al futuro con ese guiño atrapado - en los pulmones, en los ojos, ¿dónde? - y así todos mis días sepan de qué se trata.
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