jueves, 29 de julio de 2010

somos agua



Lluvia en el pecho por la felicidad inesperada, inefable, y la angustia estridente, agotadora. Sólo ocurre ante la desesperación. No es suave, es pasado de tromba en el plexo, y huele bien. Es contracción incontenible e inconsciente de esos nervios, soltarlos tal cual se deja caer un puño de pasto, y respirar, por primera vez en la vida, como siempre después de haber gritado “algo”. No funcionaría por sólo desgarrar la campanilla, se ha de obligar a voltear, o a caer, detenerse, o correr.

Alguien sabe tomar un baño, alguien sabe tomar un vaso de tequila. Alguien más traga saliva sin ver que no borra la sonrisa por su cuerpo, el de otro, en la mirada. Alguien que no entiende nada, recibe una carta de lejos y pinta zurcos de sal de cada ojo, a cada oreja, a cada lado de la cama.

sábado, 24 de julio de 2010

Andante



Llevo un bastón que pesa de dudas buscando su franqueza
blandir risible de gallina ciega, alada, delirante y retorcida:
mi voz hueca desaparece en una vuelta de tu oreja izquierda
Y yo
temo por la voz en cada tormenta, tiemblo por la ausencia
si ha de encontrar pretexto en la lluvia para llorarle a tu sien
si ha de pegarse al sonido de los pasos
que alguien dé a tu lado
- a tu lado -
de prisa cruzando charcos rumbo a una casa que no verá
por quedarse pegada
- mi voz -
en un solo momento de agua, prisa y zapato
regresa sobre mis pasos hasta perderte de vista.

sábado, 10 de julio de 2010

reencuentro



Mi dedo no toca el borde de una boca. No le dibuja encima un deseo con forma de boca. No hay boca. No hay deseo. No hay dibujo. Sólo hay un dedo hundido, al centro del principio de nada.