lunes, 15 de febrero de 2010

Casi30


Esta tarde mi madre entró en el cuarto sin preguntar, como antes. Se metió en el escritorio, oteó, hojeó y olfateó todo lo que hubo a su alcance, como antes, y salió a atender el llamado a la puerta de la casa como si yo no hubiera estado ahí, debajo de ella, inclusive de mi propia piel y de cada objeto en el que ella esperaba encontrar quiénsabequécosa mientras me pedía y me preguntaba por la persona que yo he estado dispuesta a obedientemente ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario