lunes, 19 de septiembre de 2011

Western


Hoy he rodeado a un policía. Cansada, regreso a mi banca. Regreso a mi banca como un Pirro, habiendo gastado un ángulo más de mi derecho a andar sola sin que nadie se pregunte lo que hago ni  a dónde voy.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Error número


Te acusé de tener miedo. Me dijiste: te equivocas, no te tengo miedo, no tengo ni soy nada de todo eso que dices.
Me equivoco, sí, me equivoco totalmente cuando trato de explicar lo que no entiendo, es verdad. Me equivoco neciamente en defensa del error, y generosa, para esto mis errores sirven como cualquier otro. Me equivoco en soledad todos los días, últimamente, a las seis de la mañana, en general... y también comúnmente, pues coincido con otros: me equivoco por gusto, sintomáticamente. Me equivoco a consciencia, plena de ignorancia, y entonces frenética y ansiosa de poder. También me equivoqué en absoluto silencio, y me equivoco todavía, tratando de salir de aquel error. Me equivoco, tal vez, al olvidar errores que sobrevuelan mis pasos pasados y presentes. Pretendo equivocarme democráticamente y me aferro a la ignorancia que, no sé si es un error, reconozco la mayor fuente de mis equivocaciones. Para mi gusto, me equivoco exageradamente al caer en tentación de vivir con mis errores en la punta de la lengua. A ese error, le llamo eventual tartamudeo. Mis recuerdos son equívocos, no del todo, y son equivocadamente fieles. Cuando quiero equivocarme, me equivoco. Y al escribir esto, me parece que no suficientemente me equivoco. Me equivoco inequívocamente cuando se trata de ti. No sé ordenar mis errores a tu respecto. Me equivoco con maestría, por lo menos, por lo tanto y por si fuera poco. No he encontrado el camino para repetir en carne equívocos deliciosos que ocurren en mi mente. Es cierto, no tan casualmente en este caso: me equivoco.