domingo, 14 de agosto de 2011

El niño perdido


Era una vez un niño que vivía en un lugar inexistente. Este niño hizo una cita con un hombre que sabía cuánto tiempo había pasado desde que ese lugar dejó de existir. Se dice que el hombre lo buscó en la hora acordada.
Era una vez, a la una de la tarde, hora de Buenos Aires, Argentina, cuando yo tomaba una clase de argumentación temprana en un salón del quinto piso de la facultad de filosofía y la profesora se detuvo; dejó de hablar, se quedó mirando las ventanas frente a ella, detrás nuestro. Entonces voltee, era de noche, completamente noche. Alguien prendió un laser color verde y lo lanzó desde su ventana. Dicen que la profesora dijo que el cielo de Mendoza se pone así de oscuro antes de granizar. Y cayeron granizos de diez centímetros de diámetro. Una de mis compañeras de clase había dejado su carro en la calle, y la profesora le recomendó no salir: “Ahora salís y las playas de aparcamiento están llenas de gente”.  Y los que andaban en motocicleta. Y el niño perdido.

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