martes, 26 de julio de 2011

Reptiles


No soy una persona tímida. El día que se conocieron, él vio cómo ella golpeaba en la cara a un hombre que la tomó de la cintura y se la puso encima. No soy una persona tímida. Y se abrió la blusa. Él se arrastró hasta ella. Al recordar esto, lamentaría no haber sabido saltar. Pensó que habría saltado si el hambre le hubiera venido antes. De haber afilado los nervios con todos los odios que ahogó en el pasado. De haber esperado al menos un año o dos. Si tan solo hubiera tenido tiempo para masticarse la sangre con la mirada y para arrancarse los secretos y aventarlos al mundo por una ventana. No quedaría nada. Ventanas rotas de risa. Grietas por donde se colaría el eco de las carcajadas, de los gemidos, de los propios nombres dichos de espaldas y a los ojos. Habrían amanecido pareciéndose al día en que se conocieron.

Le dijo: no soy una persona tímida. Se abrió la blusa. Y él deseó haber deseado saltar por la ventana.

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