Me mantengo en pie con los ojos abiertos porque espero escuchar una canción que hable de los árboles de Buenos Aires, de todos los árboles o de uno cualquiera, y al hacerlo hable también de la palmera medio marchita que estoy mirando ahora. Pues no importa que el verbo no exista: sus picos pendulan y rompen el aire como rayos de luz.
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