sábado, 22 de octubre de 2011

Dirección, tracción




Por algún tiempo viví en un 157. Un segundo piso y las escaleras ya eran parte de mi casa. Era la tercera casa que habitaba en el mismo barrio, y esas distancias cortas entre las tres provocaban un coitus interruptus con la idea de mudanza. Prefería pensar que había trazado los primeros tres movimientos de un camino en verdad largo. Llegué a mudarme de hemisferio, sí, pero vuelvo y vuelvo al pueblo de los primeros dieciocho años. Qué física, qué geometría puede haber en mudarme tres veces al barrio en donde deseé vivir mientras crecí en este pueblo, San Juan del I can't get no satisfaction, San Juan del fetiche espacial. - Información inútil, información sin sentido, informes aquí -. Ahí te habrías quedado a vivir conmigo, por ahí rentaban una casa y me dijiste una tienda y me buscaste la cara, y yo te puse la cara de no quiero seguir viviendo aquí. Ahí sigue el espejo en que te vi lavar mis manos lastimadas de malamente bailar, vi tu cara de no regreso.  Ya no debe importar que otro olvide lo que yo recuerdo, cuando se trata de ese barrio, lo recuerdo tan claramente que soy todo lo que recuerdo, así nadie más lo haya mirado ni sepa cómo es.

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