miércoles, 12 de abril de 2017

Jacopo



Hace tanto calor que es mejor no moverse. No me muevo de casa. Un recuerdo pasa muy despacio frente a mí, se resiste a caer: es el nombre de un extranjero, pero no tengo idea de quién es. Tal vez lo conocí en internet o en el año en que llegué a Querétaro. Tal vez lo conocí en internet en el año en que llegué a Querétaro. Ese nombre no me lleva a ningún rostro. No lo reconozco. Es como el eco de la voz de un fantasma. Podría ser agradable, tal vez hablé con él. En algún momento dejó de importarme y ahora no sé quién es. Hay demasiada gente en mi vida. Estoy más acostumbrada a topar en la calle el rostro de un desconocido conocido. Como el poema de José Luis (Qué extraño tan diferente, pero este sería "qué extraño tan conocido"). En la calle hace tanto calor que es mejor no moverse. No lo conozco. Mi mente se ha convertido en un mueble viejo y yo soy la necedad absurda y soberbia de todo tiempo pasado fue mejor. No sé por qué pienso en cosas como esta, en este clima. No estoy segura de la lógica en refrescarse con silencio. No me conozco. Tal vez mi vieja mente me lo puso enfrente para hacerme despedir de él.

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