Hay un suelo. Con prisa. Un bocadillo a medias que aún nadie embarra por accidente, ni nadie se embarra al hambre. Hay un hambre de la que no sabemos hablar sin mostrar la vergüenza que heredamos. Y una esperanza, de aprender. A decir basta.
Hay un camino, muy claro, cual nuevo. Un hijo único y su padre, el sereno que avisa cada una de las muertes de su pequeño. Así cuándo va a crecer. A decir basta.
El viento borra lo que le da la gana.
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