Quería que el boiler se apagara a medio baño y que el pantalón se ajustara un poco más. Que el suéter me picara en la espalda y, aún con frío, sentir el Sol contra los ojos. Encontrar estacionamiento frente al templo al que iba con mi abuela, y pensar: son las mismas ancianas, su olfato sabe todo de mí. Tomar un café y reconocer mis nervios cada vez más destrozados. Quería perder el tiempo esperando. Dolorosamente, lastimosamente, lastimeramente.
Pero hace calor. No quiero convencerte de nada. No quiero nada. Ya no te quiero.
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