jueves, 23 de febrero de 2017

De cuando me da por hacer lo que se espera de mí



Me parece igual de coherente volver a nacer o haber nacido después de la muerte que no hacerlo con el cuerpo ni con la mente ni con el nombre ni con el rostro ni con el agua ni con los pies helados a las tres de la mañana ni con la preocupación ni con la forma de llamarla en lugar de angustia o maternidad en lugar de pose, posesividad.

Ni con las ganas de llorar que nada más se quitan llorando ni con las ganas de llorar que no se quitan ni con el llanto ni volver a nacer con el puro llanto de la otra vez. El llanto, el dolor, para qué volver a nacer y dar las gracias. Pero gracias. Así me enseñó mi madre.