martes, 10 de julio de 2012

Fool to cry


Mi cuerpo es un tirano de la vigilia: no dice duermo, me hace doler los párpados y me arrebata la vida con la fuerza de un disparo.  

Yo me retiro a un hoyo negro, como una sabandija, y a veces encuentro de inmediato una silla con un hombre que conversa con otro que está de pie. El hombre de la silla sabe que lo miro. El hombre de la silla me atrae hasta que espero que termine de hablar y entonces, ¡bah!

Mi cuerpo es un tirano de la vigilia. Me arrebata la vida con la fuerza de un balazo. Entonces caigo en la desmemoria y en un amasijo no siempre bello de mis recuerdos. Recuerdos de vidas fantasma y vidas futuras y vidas valoradas por un médico.

Ése primer tirano me quería. Decía que él tenía algo mío que no le podía quitar: que yo no iba a saber nunca cómo me veo cuando duermo. Cómo se verá un cuerpo tirano tirado, luchando con la muerte que flota en el aire, que anda por la calle buscando pares de ojos cerrados.

Hay un eco en mi cuerpo que antes de dormir, cuando escribo, canta: no digas eso. Yo pongo a repetir una canción dulce para perderme ahí dentro. Me parece ser una esclava de la relación que tengo con mi cuerpo. Y que tú lo sabes, que el tirano lo sabía, que el hombre de la silla me mira serlo, y entonces se pone de pie. Toma su silla. La silla se esfuma en sus manos. Él desaparece también y deja en su lugar una piedra que no me dice nada.


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