jueves, 3 de diciembre de 2009

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Puede, puede, puede sonar el teléfono igual que en la casa de mis padres y puede, puede sonar a punto del crescendo de los coches de Yrigoyen y 33 orientales, ¿qué más da?, qué puedo perder si luego el estruendo de un incidente aparatoso de la construcción me resulta violento, no hace ningún mal si no tengo nada ni nadie qué esperar.

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